domingo, 21 de diciembre de 2008

1er día, Una serie de catastróficas desdichas de... Estefanía Urbano


Tal vez el día debiera haber empezado más tarde, o el despertador haber sonado después. Quizás solo así la lista de catastróficas desdichas hubiera sido más pequeñita.

Ya lo suelen decir eso de que no dejes las cosas para el último momento. Pero claro, hacerlo todo a última hora tiene más emoción. Y como a mí me gusta vivir la vida intensamente, pensé: “ya cogerás el abrigo de la percha cuando te levantes”. Así es como esta mañana a las 6h (hora de salir hacia el aeropuerto) he desperdiciado 25 minutos buscando un abrigo, que como el mejor de los trucos de Magia Borrás, ha desaparecido mágicamente de mi casa.
Disgustos y cabreos a parte me he enfundado mi chaqueta blanca de los domingos, está claro que ¡antes muerta que sencilla! Que para presumir hay que sufrir, y por eso mi primera misión nada más aterrizar en NY es comprarme un abrigo si no quiero morir congelada.

Pero que aquí no acaba la cosa, sí, sí, hay más. Una vez subidos en el avión que nos llevará a la gran manzana tardamos 20 minutos en entrar, más otros 10 porque una señora está lejos de su familia, más otros 10 porque faltaban unos menús, más otros 10 porque se ha estropeado una válvula anticongelante… ¿el resultado? ¡Una hora de retraso!

Hasta aquí todo puede parecer más o menos normal, pero claro si no explicara nada más, ni habría desdichas ni serían catastróficas. La catástrofe se avecina cuando después de comer, le ofrezco al Juanka Coca Cola, para después derramarla toda todita encima suyo, encima mío, encima de la almohada, encima de la manta… Chín chín! ¡Brindemos con Coca Cola que es Navidad! Y es que si no nos tomáramos con humor este comienzo a la pata coja (y con la izquierda) ya podríamos coger el vuelo de vuelta a Barcelona…

No hay comentarios: