lunes, 14 de septiembre de 2009

Esperar


1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42, 43, 44, 45, 46, 47, 48, 49, 50, 51, 52, 53, 54, 56, 57, 58, 59... 1 largo minuto. Y así van pasando uno a uno los minutos frente a mis narices mientras yo espero, espero, y vulevo a esperar.

Esperando una oportunidad, por pequeña que sea, de empezar una nueva vida laboral. Parecía ser mucho más fácil, pensaba quizás, que nada más acabar la carrera se abriría como por arte de magia la entrada a la bolsa de empleo. Pero no ha sido así.

Pero lo más paradójico es que a pesar del gran tiempo libre que tengo, no hago nada, absolutamente nada. Únicamente me ahogo entre pensamientos esperando, esperando, esperando...

Entre tanto pensar, ir y venir, se produce una pausa que da lugar a un gran debate interior. ¿En que momento decidí que quería ser maestra? Estarán relacionados algún día en mi vida el estudio y la práctica? ¿Cuanta gente hay que a pesar de tener titulación no trabaja de aquello que estudió? ¿Es ése mi destino?

Será mejor que deje de marear al coco y siga esperando, esperando, esperando... Tic, tac, tic, tac... 1, 2, 3, 4...