sábado, 11 de julio de 2009

Reivindicando la lágrima


Cuántas veces habré escuchado la famosa frase ¿pero, por qué lloras? ¿Acaso llorar no es una necesidad fisiológica común a cualquier ser humano? Precisamente por eso, porqué nos diferencia de cualquier otro animal, utilizamos las lágrimas para expresar nuestros sentimientos. Ya sean de rabia, ya sean de alegría o como suele ocurrir, de tristeza. Y aún sabiendo que son un medio de expresión, todavía hay gente que tiene la gran ocurrencia de preguntarme por qué lloro.

Suele ocurrir que la infortunada pregunta sea realizada por una persona del sexo masculino, y es de esta manera cuando nos viene a la cabeza automáticamente la mítica frase que dice 'los hombres no lloran'. Falso. Los hombres también lloran. Quizás cuando ya no pueden sostenerse en pie con su dura faceta de machito peleón, se rinden ante el verbo llorar, pero finalmente acaban siendo uno más demostrando unos sentimientos que han removido algo en su interior. Entonces, comprendo así porqué el machito peleón que llevan dentro no les deja entender esas reacciones involuntarias que tenemos habitualmente las mujeres cuando inundamos la habitación de lágrimas.

Quizás, la mágica pregunta sea un recurso para prestarnos la atención necesaria ante la ignorancia de no saber actuar delante de alguien que llora, por eso, lo más fácil es preguntar ¿pero, por qué lloras?
Después de muchos años de búsqueda incansable (a pesar de mi juventud) a la respuesta acertada, o más que acertada, a aquella respuesta que sea suficientemente comprensible para mi interlocutor, después de pasar por continuos 'porque me ha sentado mal lo que me has dicho', 'porque estoy triste', 'porque me he emocionado' y una larga lista de porqués, que aún así, nadie entiende ni relaciona con la consecuencia de llorar, he llegado a una conclusión. Señores, siento comunicarles 'que lloro porque me da la gana y porque así lo siento'.

1 comentario:

Jo Grass dijo...

Pues claro que una llora porque le da la gana, porque lo necesita o se lo pide el cuerpo por el motivo que sea, en el momento en que es la única forma posible de expresar lo que siente. Creo que, para nosotras, llorar es una forma de liberación: de nuestras angustias, temores, miedos...pero también de regocijo, alegría, satisfacción y deseo. Por eso llegas a la conclusión de que lloras cuando el cuerpo te lo pide. Y lo haces porque, en el marco de tu educación como mujer, nadie te dijo nunca que llorar era mostrar debilidad enseñando tu lado más vulnerable. En el universo femenino nadie osará juzgarte porque has llorado; ni siquiera cuando lo has hecho públicamente exponiéndote a la mirada ajena; pero creo que esto, durante demasiado tiempo, no ha sido igual para los hombres; a quienes se les ha inculcado, desde temprana edad, que mostrarse vulnerables era incompatible con su condición de machos. Se supone que las madres de hoy en día, no deberíamos caer en la repetición de patrones de educación que resultan del todo caducos; pero, lamentablemente, todavía puedes escuchar ese tipo de consejos en los parques a madres muy jóvenes. Y mientras esto suceda, los hombres seguirán sin querer expresarnos sus temores para evitar que les pongamos el sambenito de flojos, débiles y, como les decían sus abuelas: poco hombres. ¡Qué lástima! No saben lo que se pierden!!!